Colombia - Durante la conmemoración del 93° aniversario de la Casa Militar en Bogotá, el presidente Gustavo Petro entregó condecoraciones a oficiales de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional. En la ceremonia, también fueron incluidos excombatientes del M-19, grupo guerrillero con el que Petro tuvo vínculos en su juventud. La inclusión de estos exguerrilleros generó reacciones en diversos sectores políticos del país.
"Hoy celebramos una condecoración para los hombres y mujeres que han trabajado por la paz", señaló Petro, destacando la importancia de reconocer tanto a los militares como a los excombatientes del M-19. Estos exguerrilleros, ahora reintegrados a la vida política, estuvieron presentes como parte de la política de reconciliación promovida por el gobierno.
La presencia de los exguerrilleros del M-19 en la ceremonia generó críticas desde sectores de la oposición. El senador Miguel Uribe expresó: "No aceptaremos nunca que las fuerzas armadas sean igualadas a los delincuentes y criminales que derrotaron militarmente". Para muchos opositores, este tipo de actos contrasta con los esfuerzos por garantizar justicia para las víctimas del conflicto armado.
Petro defendió su decisión de incluir a los excombatientes del M-19, argumentando que es un paso hacia la paz. En su discurso, afirmó: "Es posible el encuentro entre hermanos y hermanas", subrayando que estos gestos buscan promover la convivencia y reconciliación en el país.
El mandatario también destacó el trabajo de las fuerzas militares y de policía en el mantenimiento del orden y la seguridad. Según Petro, el acto refleja una nueva visión de convivencia en Colombia.
La polémica se intensificó cuando el expresidente Álvaro Uribe Vélez y otros miembros de la oposición se pronunciaron en contra de la inclusión de los excombatientes. Uribe acusó al presidente de dar un mensaje equivocado al país al honrar a quienes han sido responsables de crímenes de guerra.
El M-19 fue un grupo guerrillero que operó en Colombia durante las décadas de 1970 y 1980. Tras diversos episodios de violencia, como la toma del Palacio de Justicia en 1985, el grupo decidió abandonar la lucha armada y reintegrarse a la vida política en 1990, firmando un acuerdo de paz con el gobierno.