Barranquilla – El empresario Christian Daes puso a reír a la ciudad al publicar en X una demanda ficticia de paternidad en la que el humorista Lucho Torres, mayor que él, aparece como supuesto reclamante en un guiño al humor digital barranquillero.
La mañana digital de Barranquilla amaneció con un trámite insólito que no existe en despachos, pero sí en el tribunal de los memes. Christian Daes, COO del grupo Tecnoglass, activó el algoritmo del Caribe al asegurar en su cuenta de X que el comediante Lucho Torres lo demandó por paternidad. El remate: Lucho es mayor que Daes. La paradoja etaria estiró la broma y la convirtió en conversación.
El comentario no cayó en vacío. En la ciudad donde la mamadera de gallo es patrimonio oral, la publicación navegó como nota roja del relajo. Daes, empresario con reputación de responder a la conversación digital con humor calculado, citó el caso real de filiación que vinculó recientemente a Alejandro Char con Steven Castellanos como subtexto cultural del chiste, sin mencionarlo de forma literal. El público entendió el contexto. Y lo celebró.
En realidad, no hay radicado, juzgado, apoderados ni traslado de pruebas. Tampoco notificación personal, ni notificación por estado. Lo que hay es un código barranquillero compartido: llevar la actualidad a la pista del perrateo narrativo, donde los hechos serios sirven de trampolín para la altura del chascarrillo inteligente.
El formato de la publicación imitó el tono jurídico sin serlo, un recurso que en redes produce efecto cuando la audiencia sabe leer las capas. Palabras como paternidad y reconocimiento se usaron como carnada lingüística, no como hechos procesales. Porque en el Caribe el humor no necesita explicaciones, necesita testigos.
Fuentes cercanas al ecosistema digital que sigue los movimientos de Daes señalan que el empresario viene cultivando una presencia en redes donde mezcla cultura corporativa, sentido de pertenencia local y jocosidad calculada. "Yo no peleo con nadie, yo relajo con todo el mundo", ha dicho el propio Daes en interacciones públicas previas.
El nombre de Lucho Torres no es casual en la ecuación. Figura del humor regional, voz conocida en emisoras, escenario y redes, Torres representa la picardía cronista del Caribe, donde el chiste no solo entretiene, también teje identidad. En entrevistas pasadas, el comediante ha defendido la sátira como mecanismo de narrar lo cotidiano.
El expediente que nunca existió pero todos leyeron
Lo que Daes fabricó no fue una noticia falsa, fue un expediente simbólico diseñado para la comunidad correctora de contextos que vive en X. Un chiste que solo funciona si el lector detecta el imposible biológico y jurídico de una demanda de paternidad interpuesta por alguien de mayor edad contra otro menor que él. Esa imposibilidad no es error, es remate.
Y si de verosimilitud social se trata, la eficacia humorística estuvo en que el detonante real que ronda el ambiente público el reciente fallo de filiación que vinculó a Alejandro Char con un hijo mayor de edad es de conocimiento extendido en la región. Ese proceso auténtico, estrictamente civil, que no produjo derechos patrimoniales automáticos, sirvió de telón humorístico para el juego.
Los códigos del humor que no salen en sentencia
No hay versión en PDF, pero sí en GIF. No hay lectura de fallo, pero sí lectura de sala: la audiencia. Y la sala dictó providencia en segundos: carcajadas, réplicas, capturas, y respuestas en cascada. El propio Lucho Torres no ha presentado hasta ahora mensaje público que refute la broma, un silencio que en Barranquilla se interpreta como asentimiento a la melodía del juego.
"Si la vaina es pa reír, ahí estoy", comentó un usuario popular en un hilo de X citando la publicación de Daes. Otros pidieron que el caso se tramitara en juzgado de carnaval, y hubo quien exigió prueba genética de butifarra y raspao, mezcla imposible que solo funciona como metáfora gustativa del ADN local.
Aunque el tono es burlesco, la conversación deja ver la sofisticación del humor costeño: no se ríe del débil, se ríe con códigos compartidos. Y en ese intercambio, nadie queda como víctima, todos como cómplices. La sátira no es virulenta, es hospitalaria. Te invita a la mesa.
El abogado no anunciado del caso es la lógica interna del meme: si el lector entiende el absurdo, entra; si no, observa desde la ventana. No se necesita advertencia porque el propio chiste actúa como señal ética de contenido no literal.
Entre la fama digital y la tradición oral, Christian Daes no es humorista de oficio, pero sí un ciudadano digital con lectura de ritmo. Lucho Torres no es personaje de caso judicial, pero sí de imaginación colectiva. Juntos, sin coordinarlo, protagonizaron una pieza performativa que no se transmitió en teatro, sino en scroll.
Este episodio reafirma que en Barranquilla el humor no es género menor, es sistema operativo. No reemplaza la noticia, la acompaña, la resignifica, la tropicaliza. En ocasiones la acelera. Otras la desarma. La mayoría de las veces, la celebra.
Cuando los historiadores del meme regional escriban la jurisprudencia no escrita del humor costeño, este caso apócrifo tendrá pie de página. No por el tema, sino por el método: tomar el pulso del momento y convertirlo en chisme noble, con gracia y sin herir susceptibilidades.
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