Ese día, Demóstenes se levantó muy temprano, cuando aún no se vislumbraba los primeros indicios del amanecer, se vistió y se dirigió a él Erídano, que era un arroyo en la Atenas clásica y discurría a través del Ágora hacia el norte. Al salir de la muralla y al llegar a la Puerta Sacra, la cual era la entrada principal de la ciudad, se encontró a Esquines con quien tenía permanentes discusiones jurídicas pero muy respetuosas y caminaron gran parte del Cerámico, en el barrio de los alfareros al noroeste de la Acrópolis. Cuando se despidieron ya asomaban los primeros rayos del alba.
Al llegar al arroyo con las primeras luces de la mañana, se descalzó las crépidas, se subió parte del Quitón y busco una piedra donde acomodarse y meter los pies en el agua. Sus elucubraciones discurrían en una verdad que lo abrumaba desde muy temprano. Para él, ya era un axioma, la irrefutable creencia, de que hablar bien facilita la construcción de una vida exitosa. Pero él había nacido con un trastorno de la fluidez del habla que se caracteriza por una expresión verbal interrumpida y conocido como disfemia y adicional a esto, tenía el frenillo lingual corto, lo cual le dificultaba la movilidad de la lengua y por lo tanto ocasionaba problemas en el habla.
Esa mañana tenía un objetivo en mente muy claro y era triturar el frenillo con piedresillas del río y vencer con la fuerza de su voluntad y la pasión de sus sueños más grandes, el gigante de la Anquiloglosia. Decidido metió la mano en el lecho del arroyo sacó un poco de gravilla la lavó y la coloco en su boca. Y entonces se dirigía a la naturaleza y con la boca llena de grava, pronunció el más elocuente de los discursos hasta sangrar el frenillo y la lengua. Y entonces emergió un colosal orador capaz de mover con sus elocuencia toda la creación.
Nunca pensó que algún día sería reconocido como el orador de mayor mérito en la historia clásica y contemporánea. Nacido en Atenas - Grecia en el año 384 A. C. y murió envenenados en Caluria - Grecia en 322 A.C. Fue reconocido en su temporada como el más grande del momento quien a pesar de su condición oral, conquistó los más altos lugares que un orador puede soñar. Su historia nos muestra que no hay obstáculo que impida la realización de los sueños cuando se tiene claro los objetivos y las metas. Creo que es el rey de la retórica y un hombre elocuente de mucha trascendencia en todos los tiempos. Y de quien expresaban quienes lo conocían "Sí así es el león enjaulado, imagínenlo suelto.