LA PAOLA QUE YO CONOZCO

LA PAOLA QUE YO CONOZCO
Viernes, Octubre 17, 2025 - 09:00

LA PAOLA QUE YO CONOZCO

Más allá de la política, un perfil de Paola Holguín, la mujer que inspira desde la coherencia y la convicción.
Viernes, Octubre 17, 2025 - 09:00

Decidí llamar esta columna “La Paola que yo conozco” porque, detrás de la senadora, de la figura pública y de la mujer firme en sus convicciones, hay una persona profundamente humana que he tenido la fortuna de conocer.

Paola Holguín escribió hace algunos años El Uribe que yo conozco, un libro que mostraba el lado más humano de un líder que marcó su vida. Hoy quiero hacer algo parecido: contar quién es Paola desde lo que he visto, desde lo que transmite cuando habla con el corazón y desde esa fuerza serena que la acompaña en todo lo que hace. Esta es, desde mi mirada sincera, la Paola que yo conozco.

Conocí a Paola Holguín hacia el año 2005, cuando trabajaba como asesora del presidente Uribe. En ese entonces yo era apenas un curioso de la política: me interesaban los temas del país, seguía los debates, pero nunca intervenía. Observaba desde lejos, sin involucrarme y sin imaginar que algún día lo haría de lleno.
Y fue por ella, por Paola, que terminé haciéndolo. Porque en medio de tantas voces, la suya sonaba distinta: firme, clara y llena de amor por Colombia.

Pasó el tiempo y, un día, leyendo en la revista Cromos una entrevista que le hicieron en 2009 titulada “Paola Holguín, la asesora desenfadada”( https://www.elespectador.com/cromos/famosos/paola-holguin-la-asesora-desenfadada/ ), me llamó la atención una anécdota: contaban que solía andar descalza en la Casa de Nariño, con ese desparpajo tan suyo, pero también con la seriedad y responsabilidad que siempre la han caracterizado.
Creo que fue uno de los detonantes que me llevaron a querer conocer más a esa patriota “enemiga” de los sastres. Desde entonces empecé a seguirla en Twitter (hoy X), deleitándome y aprendiendo de ella sobre cómo debe ser el manejo de las comunicaciones. Mientras muchos peleaban desde el fanatismo, ella argumentaba desde las pruebas.

Años después, cuando supe que era jefa de doctrina del uribismo, vi en Twitter un trino suyo convocando a conversar con la gente de Barranquilla en un restaurante muy conocido: Narcobollo. Sin pensarlo mucho, respondí y me preparé para conocer a una persona que me inspiraba profundamente en la política nacional.
Ese día fue nuestro primer encuentro cara a cara. No olvido su manera de hablar: sin rodeos, con convicción, con una pasión que contagiaba. Con su “voz de tarro”, como ella misma dice, entendí que la política, cuando nace del corazón, puede ser un camino para servir y no para servirse.

Desde entonces la he seguido, la he acompañado y la he apoyado. No por costumbre ni conveniencia, sino por convicción, respeto y admiración.
Si algo define a Paola es su lealtad. Ha sido leal a sus ideas, a sus principios y, sobre todo, al presidente Uribe. Nunca le ha temblado la voz para defender lo que cree, aun cuando el costo sea alto. Esa lealtad no es ciega: es sincera, nace de la gratitud y de la coherencia.

Pero Paola no es solo la senadora combativa ni la mujer de los discursos firmes. La Paola que yo conozco es profundamente humana. Ama a su familia con devoción, y si hay alguien que ocupa un lugar especial en su corazón, es su sobrina Leticia, a quien adora con ternura. He visto cómo habla de ella con brillo en los ojos, como si en medio de la política encontrara en Leticia su razón más pura para seguir luchando.

La he visto celebrar con alegría los triunfos —como el de Iván Duque cuando llegó a la Presidencia— y también la he visto llorar, profundamente dolida, por la muerte de Miguel Uribe. En esos momentos se cae el telón de la política y aparece la mujer de verdad: sensible, solidaria, con el alma a flor de piel.

Por eso, cuando pienso en Paola Holguín, no pienso solo en la senadora. Pienso en la mujer valiente que me inspiró a pasar de la curiosidad al compromiso.
Pienso en la amiga leal, en la tía amorosa, en la voz que sigue recordándonos que el amor por Colombia se demuestra trabajando, resistiendo y creyendo.

He tenido el honor de acompañarla en sus tres elecciones al Congreso, y cada campaña me ha reafirmado lo mismo: que su fuerza no viene de la política, sino del alma.

Esa es, y siempre será, la Paola que yo conozco.

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