UNOS MONUMENTOS A LA DESIDIA

UNOS MONUMENTOS A LA DESIDIA
Jueves, Enero 12, 2023 - 00:45

UNOS MONUMENTOS A LA DESIDIA

En esta Columna, Juan Altamar Santodomingo, ofrece una visión crítica sobre la situación actual de la ciudad de Soledad y los problemas urbanos que enfrenta. A pesar de los esfuerzos para convertirla en una ciudad moderna

A diario la gente refiere situaciones que se viven en su municipio, algunas nuevas, otras que por años han permanecido, de las cuales, hay mitos, propuestas, teorías y discusiones sobre cómo intervenirlas para solucionar y erradicar el impacto que generan, pero hasta el momento, quedan solo palabras, nada de obras ni proyectos de desarrollo.

Hace seis décadas se dieron los primeros pasos de Soledad, para convertirse en urbe citadina, por aquella época era un municipio rural-urbano, con su parroquia de San Antonio de Padua, nombre hermoso que tuvo el terruño allá por los años mil setecientos; su pequeña plaza, la mansión de Pedro Juan Visbal, hoy Museo Bolivariano, el cementerio, las calles que se identificaban por nombres y el mercado público al lado del canal o caño. La ciudad creció en territorio poblado con migrantes de otras latitudes, en dos etapas: la primera, espontánea y sin plan urbanístico; y en la última década, el esfuerzo privado empresarial más los programas de vivienda subsidiada han construido la nueva urbe.

Las urbanizaciones recientes tienen un entorno hermoso y conexión de servicios; las villas con alta densidad poblacional, muchas vías en mal estado o demasiado angostas, perfilan su entorno; mientras que, en el denominado casco viejo, tristemente se encuentra el monumento a la desidia, el abandono y la ausencia de los mínimos para la dignidad de una comunidad; el mercado público de Soledad y el vertedero o basurero de “La Concepción”.

Del mercado, con resignación sus usuarios comentan: “Ahora vendemos menos que hace veinte o treinta años”. El caño no es vía comunicante y las aguas estancadas con sus hedores ahuyentan compradores. No hay baños públicos ni agua potable, la alcantarilla taponada es foco de infección; por la dificultad de transporte debido a la limitante de vías, las mercancías se encarecen. Nos han dicho: “Es mejor trasladar este mercado, para que llegue gente de diferentes lugares de la ciudad”; mientras que; “dirigentes” ajenos a esas penurias, exponen con voz de “sabiduría”: hay que recuperar el entorno, con malecón y mercado público moderno.

De “La Concepción” es indudable que su intervención requiere la participación de la nación, el departamento, el Área Metropolitana y el municipio. Es tanta la cantidad de basura depositada por años en el lugar, que se convirtió en fuente de gas metano, que debe ser tratado por expertos por su inflamabilidad. Esta es una seria apuesta ambiental que le Ministerio del Medio Ambiente debe atender. Además, es ahí donde se encuentra la mayor cantidad de gallinazos que impactan en la navegación aérea, por estar en la línea de despegue de las aeronaves.

Hay otros puntos menos insalubres pero traumáticos para la ciudad. La picaresca soledeña los llama los “ni es”, debido a que no los atiende Soledad, ni Barranquilla, ni el Área metropolitana y tampoco el departamento del Atlántico. Uno de esos monumentos “ni es” se encuentra después del aviso que anuncia el límite de Barranquilla, frente al almacén Tauro en la calle treinta. Allí, la vía en pésimo estado, desde hace mucho tiempo, atrasa la movilidad más de quince minutos, para recorrer cien metros hasta el puente del INEM. Puntos como ese hay varios en Circunvalar y Costa Hermosa.

Estas cosas contadas por la gente nos convencen que escuchar a los ciudadanos es la mejor orientación para atender las necesidades colectivas. Por eso se popularizó el refrán: “La voz del Pueblo es la voz de Dios”.

Las opiniones expresadas de los columnistas en los artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista de REDPRENSA, del Editor o su consejo directivo.