Se entienden como buenas acciones aquellas que se llevan a cabo por principios de virtud. No se consideran buenas obras simplemente ciertos principios particulares, que están más vinculados a la caridad hacia el prójimo.
Sin embargo, este no fue el caso con la guerrilla del ELN, que intentó presentarse ante el mundo como si devolver a alguien de la cautividad forzosa fuera un gesto altruista.
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En realidad, lo que sucedió fue un intercambio en el que el padre de Luis Díaz fue liberado a cambio de varios millones de dólares en efectivo. Todo esto fue cuidadosamente planificado por el ELN con el objetivo de continuar delinquiendo y disfrutando del sufrimiento y los recursos ajenos.
Este acto logró borrar la alegría y felicidad que Lucho Díaz solía transmitir con sus habilidades en el fútbol. Cambiaron esa imagen positiva por tristeza y desazón, representando la realidad de tener a un ser querido privado de la libertad y tener que desembolsar todos los ahorros acumulados gracias al fútbol, el cual es un espectáculo que deleita a los ojos y oídos colombianos, algo que ningún político ha logrado en décadas, aprovechando nuestros impuestos.
Esperamos que Lucho pueda cerrar mentalmente esa página negra de su vida y logre levantarnos nuevamente de nuestras sillas gritando a todo pulmón: ¡Gol, gol, gol de Lucho Díaz!