Colombia – El tusi, conocido como “cocaína rosada”, se ha convertido en la droga sintética más consumida en Colombia en 2025, según reportes oficiales del Ministerio de Justicia y el Sistema de Alertas Tempranas. Su rápida expansión en entornos juveniles y fiestas electrónicas preocupa a las autoridades de salud y seguridad, que advierten sobre su alto potencial de riesgo.
La droga, cuyo color rosado se ha vuelto un sello distintivo, no tiene una fórmula estable. “El tusi no es una sustancia única, sino una mezcla variable que puede contener ketamina, cafeína, MDMA, y en algunos casos, benzodiacepinas o incluso opioides”, explicó el toxicólogo clínico Juan Camilo Ordoñez, consultor del Observatorio de Drogas de Colombia. Esta falta de control sobre su composición hace que cada dosis tenga efectos y riesgos distintos, lo que multiplica las posibilidades de intoxicación o crisis aguda.
Consumo creciente y riesgo sanitario
El auge del tusi se evidencia en cifras. De acuerdo con el Sistema de Alertas Tempranas (SAT), los reportes de consumo de drogas sintéticas aumentaron más de un 45 % en el último año, con picos en ciudades como Bogotá, Medellín y Barranquilla. En los operativos de 2025, la Policía Nacional reportó más de 1.200 incautaciones de dosis de tusi, especialmente en zonas de ocio nocturno y terminales de transporte. El informe del SAT, publicado en octubre de este año, señala que “el tusi desplazó al éxtasis como la sustancia sintética de mayor circulación en entornos recreativos urbanos”. En Barranquilla, las autoridades de salud pública y seguridad han iniciado campañas de prevención dirigidas a jóvenes universitarios y promotores de eventos.
“Estamos ante un fenómeno que ya no es marginal, sino parte de la cultura del ocio juvenil. El reto es ofrecer información veraz y promover decisiones informadas”, indicó Carolina Daza, coordinadora del programa de salud mental de la Secretaría de Salud Distrital. La funcionaria subrayó que el enfoque debe ser de reducción de daños y no solo de persecución policial.
El World Drug Report 2025 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) reafirma que la marihuana continúa siendo la droga más consumida en el mundo, con 244 millones de usuarios. Sin embargo, el mismo documento advierte un aumento sostenido en el uso de drogas sintéticas, particularmente entre jóvenes urbanos de América Latina. En el caso colombiano, el tusi encabeza la lista de sustancias emergentes. De acuerdo con un estudio reciente de la Universidad Nacional de Colombia, el 62 % de los consumidores de tusi no sabe con exactitud qué componentes contiene la sustancia que consume. La mezcla irregular de químicos puede provocar desde taquicardias y alucinaciones hasta episodios de psicosis y alteraciones cognitivas duraderas.
“Las nuevas drogas sintéticas no se comportan como los estimulantes tradicionales. Son cócteles impredecibles que afectan el sistema nervioso central y pueden producir daños irreversibles”, explicó la psiquiatra clínica Sandra Hoyos, especialista en adicciones del Hospital Universitario San Ignacio. La experta enfatizó la necesidad de fortalecer las estrategias de atención temprana y educación en consumo responsable.
En el departamento del Atlántico, la situación refleja una tendencia preocupante. Durante 2025, las autoridades reportaron un aumento del 38 % en las incautaciones de tusi, con especial concentración en municipios del área metropolitana de Barranquilla. Según la Policía Metropolitana, las redes de microtráfico han adaptado sus métodos para distribuir pequeñas dosis en polvo o cápsulas a través de aplicaciones de mensajería y entregas a domicilio. El impacto no solo es sanitario, sino también social. Los especialistas advierten que el consumo temprano —entre los 16 y 25 años— se asocia con un mayor riesgo de dependencia y deterioro de la salud mental. “Cada vez vemos más jóvenes que llegan a urgencias con cuadros de ansiedad severa o depresión tras consumir tusi mezclado con alcohol u otras sustancias”, señaló el médico de urgencias Jorge Lozano, del Hospital Universidad del Norte.
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Las autoridades de salud han insistido en que el abordaje debe combinar control, prevención y acompañamiento. El Ministerio de Justicia anunció que en noviembre se implementará una nueva guía nacional de intervención en consumo de sustancias sintéticas, con énfasis en educación y atención psicosocial.
El consumo de tusi impacta directamente en la salud mental y la estabilidad emocional de los jóvenes, además de representar un riesgo elevado de intoxicación. Expertos coinciden en que la información y la educación son la mejor herramienta de prevención. “La clave está en hablar del tema sin estigmatizar, porque la información salva vidas”, concluyó la psiquiatra Sandra Hoyos.
En Barranquilla, las campañas educativas se están enfocando en entornos universitarios, bares y redes sociales, buscando conectar con los jóvenes en su propio lenguaje. Aunque la droga se percibe como una moda o una experiencia recreativa, los especialistas insisten en que su consumo sostenido puede comprometer el desarrollo emocional, la concentración y las relaciones personales. El reto, dicen los expertos, es equilibrar el control del delito con políticas de salud pública que entiendan el consumo como un fenómeno complejo, más social que criminal.
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