Justiniano será recordado siempre por su gran legado al derecho romano en la obra Corpus Juris Civilis, que hasta nuestros días es la base del Derecho Civil de muchos estados modernos. Y aunque de Teodora no se escribió mucho, se sabe que siempre estuvo a su lado reinando a la par que vivían un romance inolvidable.
Pero como siempre, había haters (enemigos) para esta relación como Juan de Éfeso, el historiador y líder de la Iglesia ortodoxa oriental en el Siglo VI, quien se refería a Teodora como el “vino del prostíbulo”. Pero, ¿Cómo empezó esta historia de amor?
Resulta que Petrus Sabbatius, el verdadero nombre de Justiniano, nació por allá en el año 482 en el seno una familia humilde, pero como algunos nacen con estrellas y otros estrellados, Petrus tenía una gran estrella: Fue adoptado por su tío Justino y ese detalle cambió su vida para siempre.
Justino era un militar que fue ascendido a comandante en Constantinopla, tenía mucho poder y hacía parte de la guardia imperial. Justino se llevó a su sobrino y este cambio su nombre a Justiniano, recibiendo una excelente educación y el privilegio de codearse con la corte del emperador Anastasio I.
De repente, Anastasio pasó a mejor vida y sin dejar heredero. ¿Adivinan lo que pasó? Tío Justino se convirtió en el emperador de Roma en Constantinopla. No me lo crean a mí, pero dicen varios historiadores contemporáneos que todo lo hizo Justiniano.
Justino para ese entonces con 65 años era un anciano achacoso (nada más alejado de la actualidad) así que su sobrino se mantuvo firme a su lado y, por supuesto, ocupando altos cargos. Después, llega cupido y lo flecha al conocer a Teodora.
Teodora nació en el año 495 en Constantinopla. Era huérfana de padre y vivía con su madre, una artista de teatro. Teodora tenía una hermana, que se convirtió en una famosa cantante y ella en una actriz, bailarina y comediante.
Cuando cumplió 18 años, dejó todo tirado para convertirse en la amante del gobernador de la actual ciudad de Libia. Luego se separan y se une a una comunidad ascética en el desierto, cerca de Alejandría. A los 21 años conoce a Justiniano y, a pesar de la diferencia de edad, se convirtieron en la pareja perfecta. De acuerdo con el historiador Robert Browning, autor de “Justiniano y Teodora”: “Ella era hermosa, segura de sí misma y aguda y él era reservado, poco sonriente y no tan agraciado, pero se tenían una confianza mutua absoluta”.
Sin embargo, había un gran impedimento y era que, legalmente, estaba prohibido que un funcionario del gobierno se casara con una actriz, porque esta era consideraba una prostituta, y en el caso de Teodora que lo había dejado de ser, para todos los efectos iba en contra de la ley.
No importaba el poder de Justiniano y su cercanía con su tío. La emperatriz Eufemia, estaba intensa y no permitió que se casaran. La cuestión es que hasta la muerte de la tía Eufemia, el viejo Justino pudo reformar la ley y los novios dieron el sí.
Y pese a todo pronóstico, el hijo de un granjero y la hija de una actriz se convirtieron en emperador y emperatriz del Imperio Bizantino. Fueron reconocidos por gobernar como iguales y juntos crearon un legado que sería el inicio del concepto de Estado occidental moderno, del poder de la Iglesia ortodoxa oriental y la base del derecho europeo.
Y aunque fue calificada como prostituta, para Teodora, la prostitución era un asunto de justicia social en vez de un problema moral, que era producto de la desigualdad económica. También trabajó protegiendo los derechos de las prostitutas, cerrando burdeles, creando casas de protección y prohibió la prostitución forzada.
Teodora fue una mujer visionaria y adelantada para su época, a través de las leyes pudo elevar el papel de la mujer logrando que tuvieran muchos derechos. Estos emperadores vivieron una época de cambios en medio de grandes enfrentamientos religiosos y políticos.
Juntos construyeron acueductos, puentes y más de 25 Iglesias, entre ellas la Iglesia de la Santa Sabiduría, considerada la Iglesia más grande de la época y una joya arquitectónica bizantina.
Teodora murió en 548 a los 53 años y Justiniano murió en el año 565 a los 80 años. Después de la muerte de Teodora, el estatus de las mujeres en el Imperio Bizantino cambió, lo cual elevó su posición frente a las mujeres del Medio Oriente y Europa.
Sin lugar a duda, estos personajes vivieron un romance de película con su respectivo final feliz.
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