El presidente de la República, Gustavo Petro Urrego, trabaja en las gestiones necesarias afín de lograr que al Distrito de Barranquilla se le otorgue la sede de los Panamericanos de nuevo.
Autoridades del poder central de la república y de las entidades territoriales descentralizadas de derecho público trabajan para conseguir este noble propósito y nos sentimos muy honrados de hacer parte de esta iniciativa que llegó a un punto de entendimiento cuando el presidente se comprometió con todos los colombianos en hacer tal gestión ante Panam Sports y agilizar los pagos.
No obstante, la perdida de la sede y los esfuerzos por recuperarla, invitan a reflexionar acerca de la organización del poder en el territorio de la república porque detrás de este impase hay un responsable del que poco se ha hablado: el centralismo.
Este modelo de organización del territorio acumula y concentra tanto poder en el Gobierno nacional y en sus instituciones que abarca mucho y aprieta poco, lo que paraliza la gestión de la administración pública que marcha atribulada para atender tantos compromisos.
Con el propósito que estos hechos no vuelvan a repetirse se hace necesaria una cirugía institucional que descentralice racionalmente el poder en todo el territorio de la república. Seguro que en un poder descentralizado —política y fiscalmente— no ocurrirían estas cosas, debido a que en una nación descentralizada la distribución del poder político dinamiza la administración pública.
En el mundo de las hipótesis, que distinta sería nuestra realidad si el departamento del Atlántico y su capital Barranquilla tuvieran autonomía en el manejo de sus recursos económicos y que la decisión de la distribución de las riquezas fuese equitativa porque lo que pagamos aquí, lo que generamos desde aquí es administrado por un Gobierno central que lo distribuye con sus lógicas.
No podemos seguir gobernados bajo un modelo rígido y obsoleto que administra el 85% de los recursos que producen los territorios y que solo le permite a estos manejar el 15% restante lo que va en detrimento de los intereses de los ciudadanos de gran parte del país y ratifica a Colombia como uno de los países más desiguales del mundo.
Mi mensaje es de hermandad y solidaridad con la causa pro Juegos Panamericanos porque son muchos los beneficios que se dejaría de recibir la ciudad, el departamento del Atlántico, la región Caribe y el país como generar mayor empleo, salarios decentes, desarrollo del turismo, crecimiento económico, equidad en la distribución del ingreso, mejoramiento en la infraestructura, conectividad, progreso deportivo y aportar a la construcción de la paz total.
Trabajemos todos por volver a obtener la sede de los Juegos Panamericanos 2027 para Barranquilla y Colombia, ni más faltaba, y es hora que el gobierno que asumió el cambio como norte de su política para democratizar el territorio de la república invite a una reforma constitucional o adopte medidas útiles y concluyentes que democraticen el poder en todo el país con transformaciones que necesiten los colombianos como la federalización que daría vida y un verdadero sacudón a las entidades territoriales de derecho público al dotarlas de autonomía política. Es hora de dar ese salto, la historia lo exige.
¡Presidente Petro, adelante, tiene la palabra!