Algunos estudios concluyen que tener sexo no es una necesidad primaria, como comer, tomar agua o dormir; sin embargo, investigaciones científicas confirman que cuando no hay actividad sexual frecuente, el cuerpo experimenta ciertos cambios.
Aquí les contaremos #sinrecato lo que pasa cuando no tienes sexo:
Bajan las defensas: Un estudio realizado en 2004 concluyó que las personas con una vida sexual más activa producen niveles, significativamente, superiores de Inmunoglobulina A, que es el principal anticuerpo de todas las secreciones mucosas del cuerpo: Saliva, lágrimas, semen, etc., lo que les proporciona un sistema inmune más fuerte.
Así como lo leen, la falta de sexo debilita el sistema inmunológico y, por supuesto, se está expuesto a gérmenes que afectan el cuerpo, te conviertes en un radar para la gripa.
Se apaga el deseo sexual: Entre más espacio tengas entre una relación sexual y otra, la producción hormonal baja y las ganas de tener sexo son cada vez menos.
La sexóloga María Martínez Murillo explica que el deseo sexual es una necesidad de la especie y no del individuo: “Existen necesidades imprescindibles como beber, comer o dormir y cuando estas no son satisfechas, el cuerpo da señales de que lo necesita para seguir viviendo. En cambio, con el deseo sexual ocurre lo contrario, es un círculo vicioso”.
Martínez señala que la falta de sexo no hace que el cuerpo de señales de que lo necesita, sino que el deseo se va apagando hasta desaparecer; es decir, “la libido se canaliza en otras actividades y el deseo sexual se inhibe”.
Aumenta el cortisol: Cuando tienes sexo los niveles de estrés disminuyen, significativamente, y por supuesto estás en un estado de relajación total. Esto se debe a que en el momento que se produce un orgasmo o dos o todos los que quieras y puedas, los niveles de cortisol disminuyen y ya no te sientes agobiado y acelerado como de costumbre.
Disminuye la libido sexual: Luego de un ‘periodo de sequía’ o de inactividad sexual, a los hombres les cuesta lograr una erección y en las mujeres se les dificulta alcanzar un orgasmo.
Distancia emocional: La distancia física permanente genera un distanciamiento emocional entre las parejas; por supuesto que depende del tipo de relación y el vínculo que tengan; sin embargo, no es una buena noticia para las parejas que tienen una relación a larga distancia.
Disminuye la función cognitiva: Científicos norteamericanos, en 2013, aseguraban que la experiencia sexual repetida puede estimular la neurogénesis en adultos y restaurar la función cognitiva.
Hasta hace poco se creía que la neurogénesis, es decir, la producción de neuronas nuevas solo pasaba en la niñez, pero ahora se reveló que esto ocurre durante toda la vida y que las relaciones sexuales contribuyen a este proceso.
Expertos recomiendan, sobre todo a los adultos mayores, la neurobic o gimnasia mental para mantener el cerebro joven, la cual consiste en una serie de ejercicios mentales como escribir a mano, tratar de recordar, leer y realizar actividad física.
La buena noticia es que el sexo también hace parte de esas actividades que previenen o retrasan la aparición de problemas como la demencia y el Alzheimer.
Disminuye la autoestima: Cuando dejas de tener sexo, no liberas las llamadas hormonas de la felicidad como la oxitocina, serotonina, endorfina y dopamina, las cuales generan bienestar general no solo para nuestro cuerpo sino para nuestra mente. Cuando no se tiene sexo, la autoestima se ve afectada al no sentirnos deseados.
Produce depresión: Algunos estudios han demostrado que la falta de sexo aumenta la probabilidad de sufrir depresión tanto en hombres como en mujeres y más en parejas de casados.
Tener relaciones sexuales con más frecuencia además de mantener activo el deseo sexual, la libido y la pasión también podría mejorar la salud mental.
Aumenta la posibilidad de tener cáncer de próstata: Un estudio del Instituto Nacional de Cáncer de EE.UU. ha demostrado que dejar de tener sexo es un factor de riesgo para el cáncer de próstata. En este, se concluyó que quienes eyaculaban al menos 21 veces al mes presentaban un riesgo de tres veces menor de sufrir esta enfermedad.
Atrofia Vaginal: Las mujeres durante la menopausia pueden presentar adelgazamiento y resequedad de las paredes vaginales debido a la baja de estrógenos.
De acuerdo con la psicóloga clínica y sexóloga, Paola Beltrán: “Las relaciones sexuales pueden ayudar a proteger la salud del canal vaginal, por medio de la estimulación de las paredes, sobre todo en la etapa de la menopausia”.
Así mismo la experta asegura que las relaciones sexuales no pueden limitarse a la penetración porque hay todo un universo de prácticas sexuales que también generan bienestar:
“La masturbación, el uso de juguetes sexuales, ejercicios para el fortalecimiento del piso pélvico, material con contenido erótico, entre otras, también pueden ayudar a conservar en parte muchos de los beneficios del sexo”.
Una vida sexual saludable proporciona un bienestar general y por supuesto una estabilidad emocional. Sin embargo, la sexóloga María Martínez aclara que: “Más sexo no necesariamente equivale a más felicidad. El bienestar sexual no crece de forma exponencial: tiene un límite”.
La especialista concluye: “En el sexo importa más la calidad que la cantidad. Es mejor tener poco sexo, pero que sea gratificante, antes que muchas relaciones que no lo sean”.
Es un hecho que tener sexo proporciona bienestar y nos hace más felices. Solo que esto no depende del número de relaciones sexuales, ni aumenta nuestra felicidad. Si vemos el sexo como una obligación que tenemos que cumplir, ocurrirá lo contrario, seremos infelices.
Así que disfruta y no te compliques la vida.