El Congreso de Brasil fue asaltado esta tarde del 8 de enero por miles de personas que intentaron dar un golpe de Estado para derrocar al presidente de izquierda Lula da Silva.
Los manifestantes invadieron el Palacio de Planalto, sede del Ejecutivo, y la Corte Suprema, después de haber irrumpido antes en el Congreso Nacional. La Policía finalmente logró recuperar el control de las instituciones. Los manifestantes, que acusan al presidente de fraude electoral en las últimas elecciones presidenciales, causaron importantes destrozos patrimoniales.
Los hechos ocurrieron después de los manisfestantes instalaran campamentos en las afueras del cuartel general del Ejército, y tras un día de protestas en varias ciudades del país.
Durante la intentona golpista del pasado domingo, la Corte Suprema de Brasil ha decidido separar del cargo al gobernador del Distrito Federal, Ibaneis Rocha, durante un período de 90 días mientras se investigan los hechos. Esta medida ha sido tomada por el juez Alexandre de Moraes, quien también ha ordenado a las fuerzas de seguridad que liberten cualquier edificio o vía pública ocupada por manifestantes en todo el país.
La situación en Brasil es tensa, miles de manifestantes estan intentando derrocar al presidente Lula da Silva. Aunque la situación ha sido "controlada", según explicó el interventor federal en el Distrito Federal, Ricardo Cappelli, el asalto duró cerca de una hora y media y causó importantes daños.
En este momento, se han levantado los principales campamentos en Brasilia y se habla de que hay más de 1.200 detenidos.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que el apoyo de los militares es muy importante para las manifestaciones, lo que ha permitido la acción de grupos que han llevado a cabo acciones inimaginables.
En cuanto al impacto del intento de golpe en la región, es importante señalar que el intento de derrocamiento del gobierno de Lula da Silva ha preocupado a los países vecinos, que temen que esta crisis pueda afectar a la estabilidad de toda la región.