Barranquilla D.E.I.P. – En el marco del 4º Summit Internacional de GLP, la directora ejecutiva de Agremgas, Sara Vélez, aseguró que el abastecimiento de gas licuado de petróleo (GLP) en Colombia está garantizado, pese a una creciente dependencia de las importaciones que podría encarecer el combustible para los usuarios finales. Vélez reconoció que la reducción en la producción nacional de hidrocarburos, consecuencia de la política vigente que prohíbe nuevos proyectos de exploración, afecta la oferta interna y genera presión sobre los precios residenciales e industriales.
Aunque se mantiene la confiabilidad en el suministro, la directora advirtió que esta estrategia del gobierno nacional implica “mayores costos para el usuario final”. La tensión entre la garantía de abastecimiento y el aumento del precio revela un desafío importante para el sector energético colombiano, que afronta la necesidad de equilibrar sostenibilidad ambiental y seguridad energética sin afectar la economía de los hogares y empresas.
En el marco de la transición energética, Vélez destacó que el GLP puede jugar un papel relevante debido a sus menores emisiones comparado con combustibles tradicionales como gasolina, diésel y carbón. Sin embargo, la apuesta por este hidrocarburo plantea interrogantes sobre la verdadera sostenibilidad a largo plazo y el alcance real de esta energía en un país que busca diversificar su matriz.
Para la región Caribe, altamente vulnerable en materia energética, el GLP se presenta como una alternativa para garantizar la confiabilidad en el servicio, especialmente en sectores residencial y térmico. En este sentido, la planta térmica de Termocaribe utiliza GLP como respaldo frente al carbón y diésel, pero la dependencia de combustibles importados podría afectar la estabilidad y los costos en una zona que ya enfrenta limitaciones estructurales en infraestructura energética.
La prohibición de nuevos proyectos de exploración y explotación de hidrocarburos es uno de los principales factores que inciden en esta dinámica. Sara Vélez indicó que esta política, aunque responde a objetivos ambientales, “posiblemente nos vaya a afectar en el sentido en que eso se traslada en un mayor precio al usuario final”. Esto evidencia la tensión entre las metas ambientales del gobierno y las necesidades económicas y energéticas del país.
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De cara a los próximos cinco años, la directora ejecutiva de Agremgas proyecta un aumento en la demanda del GLP, especialmente en sectores automotriz, industrial y comercial. Sin embargo, el panorama plantea dudas sobre la capacidad del país para sostener ese crecimiento sin comprometer la estabilidad de precios ni la autonomía energética.
Finalmente, Vélez hizo un llamado a reconsiderar la política actual, señalando que “la exploración y explotación genera autosuficiencia doméstica”, lo que podría traducirse en menores costos, más empleo y mayor desarrollo de infraestructura para llevar GLP a zonas que aún dependen de cilindros o leña para cocinar. Este llamado plantea un debate clave sobre cómo Colombia debe balancear sus prioridades energéticas y ambientales en los próximos años.
