Colombia – A un mes del asesinato del senador Miguel Uribe Turbay, su esposa, María Claudia Tarazona, narró en entrevista con Noticias RCN la dimensión del dolor que atraviesa junto a sus cuatro hijos y las preguntas que este crimen deja en la vida nacional. Su testimonio combina recuerdos íntimos, reclamos políticos y una reflexión sobre la justicia en el país.
María Claudia relató cómo los días posteriores a la muerte de Miguel han sido “muy duros, muy dolorosos”. Según dijo, cada mañana se enfrenta a la ausencia de quien era su compañero de vida, con la tarea de acompañar a sus hijos en el duelo. Alejandro, de cuatro años, es quien más pregunta por su padre. “Es levantarse todos los días y recibir la noticia otra vez”, expresó.
El recuerdo de Miguel está en cada rincón de la casa familiar. Tarazona recordó cómo el piano se convirtió en un símbolo de vacío: “Era esa persona que todo lo llenaba, ahora se oye la casa en silencio”. La pérdida no solo significó un impacto personal, sino que reveló la fragilidad de las familias que enfrentan la violencia.
Durante los dos meses que Miguel permaneció en la clínica, fue sometido a cerca de 25 cirugías. Tarazona explicó que la esperanza fue el motor para sostenerse en medio de un proceso devastador. “El mantra de la UCI es que no hay que sacar el día, sino la hora”, recordó. La fe y la cercanía con Dios fueron parte de su camino para enfrentar lo que describió como “algo tan cruel como dispararle a un hombre por detrás”.
La noche en que le confirmaron la muerte del senador marcó un antes y un después en su vida. Tarazona relató que estaba con sus hijos cuando recibió la noticia. La imagen de Miguel en la camilla de la clínica y la experiencia de haber cargado su cabeza en la ambulancia son, en sus palabras, “los momentos más espantosos que pueda vivir un ser humano”.
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El tema de la fe aparece como un eje de resistencia. Para Tarazona, los milagros estuvieron presentes desde el primer instante: que Miguel sobreviviera al disparo, a la primera cirugía y que hubiera vivido dos meses más. “El milagro más importante fue haberme preparado para su partida y recibir a Dios en mi corazón”, afirmó.
En medio del duelo, no faltaron las tensiones políticas. Al ser preguntada por la ausencia del presidente Gustavo Petro en el funeral, Tarazona fue contundente: “Descarado, sin duda”. Aseguró que no habría permitido la presencia del mandatario ni de su gabinete en la catedral. Para ella, la ausencia del jefe de Estado marcó un distanciamiento doloroso con la familia.
También relató momentos de oportunismo político. Señaló que algunos convirtieron el velorio en escenario para cámaras. Sobre un episodio específico, mencionó a la senadora María Fernanda Cabal, a quien acusó de haberla amenazado con la frase: “Tú no conoces Colombia, tú no sabes cómo es este país”. En contraste, destacó la solidaridad de la senadora Paloma Valencia, quien desde el primer día se acercó con apoyo humano: “Paloma se portó como una mamá, como una amiga, como una esposa”.
Consultada sobre su futuro político, Tarazona recordó que acompañó durante 15 años la carrera de Miguel, siendo directora de sus campañas. Sin embargo, aclaró que no piensa entrar en política por ahora. “Tengo que hacer mi duelo y tengo cuatro hijos que sufren profundamente”, explicó. No obstante, aseguró que no dejará el país porque cree en Colombia y en la necesidad de sanar como sociedad.
Los hijos del senador han vivido el impacto de distintas formas. Alejandro, el menor, suele interrumpir juegos para preguntar: “Mamá, ¿por qué mataron a mi papá?”. Tarazona relató una anécdota que muestra la inocencia y el dolor del niño: en una misa, pidió quedarse a dormir en la iglesia porque “Dios siempre está con papá”. Las hijas mayores, por su parte, enfrentan un duelo profundo, y su madre insiste en que el camino será vivir con amor el recuerdo de Miguel.
La justicia también ocupó parte de la conversación. El sicario que disparó a Uribe era un menor de 15 años y recibió una sanción de siete años. Para Tarazona, la legislación debe revisarse. “Si un niño de 15 años toma la decisión de acabar con una vida, la consecuencia debe ser proporcional”, afirmó. Aunque confesó sentir rabia y dolor, enfatizó que no eligió la venganza. “Si pudiera verlo, le diría que tiene una segunda oportunidad. La de Miguel no”.
El mensaje de Tarazona se extendió a otras viudas y familias víctimas de la violencia. Aseguró que las acompaña en el dolor y las alienta a transitar el camino desde el amor. Para el país, hizo un llamado a la reconciliación: “Colombia tiene que sanar. Somos más los buenos. Lo mejor está por venir, pero hay que escoger bien a los líderes”.
En la entrevista, la dimensión personal y familiar se cruza con la política y la justicia, mostrando el impacto que deja el asesinato de un senador en la vida íntima de una familia y en la conversación nacional. El testimonio de María Claudia Tarazona refleja el costo humano de la violencia y la necesidad de que la sociedad entienda que detrás de cada víctima hay un hogar que queda marcado para siempre.
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